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Jugar al voleibol es dejar atrás lo individual para encontrar fuerza en el equipo. Aquí no vale destacar en solitario, sino funcionar en conjunto, movernos al unísono y ayudarnos en cada punto. Por eso en Pekenque el voleibol es más que un deporte: es una oportunidad de aprender a comunicar, a reaccionar en equipo y a encontrar soluciones bajo presión, pero sin dejar de divertirte junto a tus compañeros.
Dentro de la red empiezan a aparecer habilidades que quizá ni el propio jugador se planteaba tener. La recepción deja de parecer imposible cuando aprendes a colocarte bajo la pelota en el lugar justo; el golpe de dedos deja de dar miedo cuando vas cogiendo fuerza en los dedos y seguridad en el golpe; y el saque, ese primer golpe que pone en marcha cada jugada, se vuelve más preciso, más rápido y más difícil de leer para el adversario. Así, poco a poco, el jugador descubre que tiene reflejos, concentración y una agilidad que antes ni se planteaba.
Dentro de la red empiezan a aparecer habilidades que quizá ni el propio jugador se planteaba tener. La recepción deja de parecer imposible cuando aprendes a colocarte bajo la pelota en el lugar justo; el golpe de dedos deja de dar miedo cuando vas cogiendo fuerza en los dedos y seguridad en el golpe; y el saque, ese primer golpe que pone en marcha cada jugada, se vuelve más preciso, más rápido y más difícil de leer para el adversario. Así, poco a poco, el jugador descubre que tiene reflejos, concentración y una agilidad que antes ni se planteaba.
Además, el voleibol proporciona una base muy adecuada tanto en lo físico como en lo emocional. Por un lado mejora la condición física en general fuerza en piernas, estabilidad en el torso, velocidad de reacción, pero también fortalece el carácter. Hay que saber dejar atrás el error cuando una recepción falla o cuando el equipo pierde un punto, pero también encontrar la fuerza colectiva para dar la vuelta al marcador en el punto siguientes. Ese aprendizaje deja una huella muy valiosa en el carácter de los más pequeños, ayudándoles así a madurar de forma más equilibrada.
Además, el voleibol proporciona una base muy adecuada tanto en lo físico como en lo emocional. Por un lado mejora la condición física en general fuerza en piernas, estabilidad en el torso, velocidad de reacción, pero también fortalece el carácter. Hay que saber dejar atrás el error cuando una recepción falla o cuando el equipo pierde un punto, pero también encontrar la fuerza colectiva para dar la vuelta al marcador en el punto siguientes. Ese aprendizaje deja una huella muy valiosa en el carácter de los más pequeños, ayudándoles así a madurar de forma más equilibrada.
En Pekenque sabemos que cada jugador tiene un estilo, una velocidad de aprendizaje y una personalidad muy particular. Por eso adaptamos los grupos de voley para que cada uno pueda encontrar ahí el lugar en el que dar lo mejor de sí, sin dejar atrás a nadie. La dinámica de los entrenamientos está planteada así para que el progreso de cada jugador sea constante pero sin presiones, siempre acompañado de nuevos retos pero también de muchos éxitos vividos junto al equipo. Porque así, jugando, compitiendo pero también riendo, el voleibol deja en ellos vivencias muy valiosas tanto en el deporte como en la vida.
En Pekenque sabemos que cada jugador tiene un estilo, una velocidad de aprendizaje y una personalidad muy particular. Por eso adaptamos los grupos de voley para que cada uno pueda encontrar ahí el lugar en el que dar lo mejor de sí, sin dejar atrás a nadie. La dinámica de los entrenamientos está planteada así para que el progreso de cada jugador sea constante pero sin presiones, siempre acompañado de nuevos retos pero también de muchos éxitos vividos junto al equipo. Porque así, jugando, compitiendo pero también riendo, el voleibol deja en ellos vivencias muy valiosas tanto en el deporte como en la vida.
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